miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los vecinos invisibles

Fuente: Milenio
Apenas unas semanas después de que murió la pequeña Paulette Gebarah, un dato saltó a la luz: Gerardo Álvarez Vázquez “El Indio”, quien era operador financiero de la estructura delictiva de Edgar Valdez Villarreal “La Barbie”, poseía un inmueblee en Hacienda del Ciervo, a sólo dos calles del departamento donde vivía la familia de la pequeña. En el barrio, todos los vecinos sabían pelos y señales sobre la muerte de la niña; en cambio, el hecho de que alguna vez se hubieran cruzado en el parque o tal vez en el mismo elevador con “El Indio”, apenas les mereció alguna mención. La actividad de una figura relevante en el Cártel de los Beltrán Leyva, allá en la zona de Interlomas, fue invisible para todos los vecinos.
Invisible, tal como resultó Sergio Villarreal “El Grande” en el exclusivo fraccionamiento “Puerta de Hierro” de Puebla; como Édgar Valdez Villarreal en Cañada de Alférez, Lerma, Estado de México; como la actividad de José Jorge Balderas “El JJ” en Lomas de Tecamachalco, Huixquilucan; o toda la operación delictiva que se ha detectado en Condados de Sayavedra, La Herradura, Bosques de las Lomas y decenas de zonas exclusivas donde líderes del narcotráfico han sentado sus rieles.
En todas estas zonas, la versión de los vecinos es la misma: no sospechaban en absoluto de esas personas que llegaban de un día para otro a comprar la casa de enfrente, valuada en por lo menos 3 millones de pesos o –como “El Grande”- quien pactó el pago de 57 mil pesos mensuales por rentar una de las casas más grandes de Puerta de Hierro.
Nadie preguntó nada, nadie dio ninguna bienvenida a los nuevos vecinos. Nadie vio con extrañeza los vehículos último modelo blindados o la entrada y salida continua de personas.
“Aquí yo nomás entro a mi casa y al vecino al que más le hablo es al de al lado, tengo más de 10 años de conocerlo y sólo de hola y adiós”, expresa Juan Alcocer, habitante del fraccionamiento Puerta de Hierro, quien ha vivido aquí desde hace 15 años. “Aquí yo no conozco a nadie”.
En Condados de Sayavedra, en Atizapán, la situación es similar: luego de que, a principios de año, la Marina realizó operativos en esa zona en búsqueda de Valdez Villarreal “La Barbie”, los vecinos sólo atinaron a señalar que habían escuchado rumores de que allí, junto a ellos, vivían narcos, pero no podían identificarlos.
“Mire, todas las madrugadas bajan avionetas y descargan algo en los ranchos. ¿A poco no lo sabe la Policía?”, preguntaba una vecina de esa zona residencial, una de las más privilegiadas del complejo Esmeralda. “Yo mejor no me meto en broncas”.
Más allá de la preferencia que los narcos tienen por los fraccionamientos exclusivos y las residencias costosas, una de las características que llama la atención es que, precisamente, esas zonas se distinguen por su alto nivel de seguridad.
Para entrar al edificio Cibeles de Hacienda del Ciervo (que en ocasiones visitaba El Indio), es necesario presentar identificación, comprobar que vive o va a visitar a alguien dentro de ese lugar y ser grabado por las cámaras de seguridad que no sólo están en el umbral, sino también tienen vista hacia la calle.
En la zona Esmeralda, de Atizapán, hay cámaras de seguridad en las calles y avenidas, para detectar sospechosos no sólo dentro del área residencial, sino en los accesos a la misma. En los fraccionamientos, se cuenta hasta con dispositivos de identificación de retina y huellas dactilares.
En Puerta de Hierro, a donde “El Grande” llegó a residir apenas el 4 de septiembre, hay vigilancia de la Policía Auxiliar en la entrada y cámaras distribuidas por todo el fraccionamiento.
En Jalisco, el fraccionamiento Colinas de San Javier, donde fue abatido el lugarteniente del Cártel de Sinaloa Ignacio “Nacho” Coronel, se distingue precisamente por ser uno de los más vigilados: cuenta no sólo con cámaras, sino con patrullaje constante.
Pese a todo ello, los narcotraficantes han logrado pasar inadvertidos tanto a los ojos de los vecinos como de las autoridades.
El problema es que esta situación no es nueva: desde hace más de cinco años, San Pedro Garza García, en Nuevo León –considerado municipio modelo - empezó con la terrible tendencia de ser refugio de capos.
Desde entonces se lanzó la alerta por la presencia de los narcotraficantes entre las clases altas. Sin embargo -como se evidencia en la penetración de los grupos delictivos en zonas de alta plusvalía inmobiliaria- parece que las lecciones hacia el centro del país llegaron tarde.
PD: Jimena Navarrete es muy hermosa, pero considero que el mejor aliciente femenino en México es Patricia Duarte, madre de niño fallecido en la tragedia de la guardería ABC de Sonora. No se olvida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola bienvenido, este es un espacio para que expreses tu opinion en forma libre. Usalo con responsabilidad